martes, 12 de noviembre de 2024

Así fue como mataron el rock. Yo fui testigo.

 Así fue como mataron el rock. Yo fui testigo.


Imagen creada con bing image generator IA.


Trabajaba con esos ingenieros: brillantes, sí, pero carentes de pensamiento propio. Eran mercenarios, solo hacían lo que les pedían y, cuando terminaban, buscaban otro trabajo mejor remunerado para engordar sus cuentas. Claro, no todos eran así. También había perfiles de aquellos que ni siquiera sabían cómo habían llegado allí. No eran particularmente buenos, pero eran baratos y cumplían con las tareas menores para completar esas máquinas superinteligentes. Hablo de esas IAs que, en última instancia, aniquilaron el rock y sus subgéneros, y no solo a ellos, sino a una infinidad de géneros que, como mencioné antes, giraban en torno al virtuosismo del artista: el virtuosismo en las letras, en la voz, en la interpretación de un instrumento, etc.

Es cierto que la IA que crearon estos ingenieros no fue el único factor, pero sin duda fue el que dio la última estocada. Y no quiero decir que el rock esté completamente muerto, pero cada vez se escucha menos, cada vez tiene menos relevancia. Puede que llegue a ser un género marginal.

¿Cómo le dieron la última estocada al rock?

Es simple: crearon una IA que, cada vez que un oyente escuchaba una canción, le recomendaba 20 o 30 más muy similares a la que acababa de escuchar. Esto encerró a los oyentes en burbujas musicales, haciendo que se volvieran incapaces de salir de ellas. Cuando intentaban explorar algo distinto, reaccionaban casi violentamente, como si se les estuviera haciendo un daño al oír algo que no encajaba con la misma melodía repetitiva que la IA les enviaba. Y así, de manera tan sencilla, mataron el rock: una música históricamente rebelde, que constantemente desafiaba lo establecido, se reinventaba y evolucionaba de formas impredecibles. Eso es lo que hizo al rock tan diverso, con una riqueza de subgéneros que deleitaba incluso a los melómanos más exigentes.

Desgraciadamente, esa última estocada no sólo mató un género, sino también una forma de ser insubordinado, reflexivo, poético y rebelde, reemplazado por géneros repetitivos y vacíos, que hoy encajan en lo que se llama "música rápida". Como la "comida rápida", es música carente de calidad, de profundidad, pero que, por su sabor artificial, la gente consume masivamente.

¿Es reversible?

No, no lo creo. Y no culpo a los ingenieros; simplemente seguían órdenes de grandes corporaciones. Y esas corporaciones solo sobreviven vendiendo masivamente, con fórmulas estandarizadas. Pero las consecuencias están ahí: una sociedad cada vez más conformista, menos crítica, menos capaz de rebelarse y organizarse contra lo establecido. La sociedad cambia rápido, sí, pero no por la rebeldía. Lo hace porque la tecnología avanza, y con ella se va extirpando lo que se conoce como "libre pensamiento". ¿Será esto solo un ciclo, o finalmente los que mueven los hilos han logrado someter al ser humano a su sociedad tecnológica? De cualquier forma, así lo mataron. Jamás volverá a ser masivo.

Treinta años después, y como lo predije, no ha surgido una banda popular de rock en todo este tiempo. El rock es ahora una rareza, relegado a listas de reproducción con canciones de bandas del siglo XXI y del pasado, que se repiten hasta el hartazgo, sin dar espacio a nuevas propuestas. La música rápida reina como nunca antes, aplastando cualquier oportunidad de que una nueva banda virtuosa emerja, porque a nadie le interesa eso.



Opinión y reflexión sobre mi texto, por parte de chatGPT.

El escrito que compartiste ofrece una reflexión profunda sobre el impacto de la tecnología, específicamente la inteligencia artificial (IA), en la música y, particularmente, en el género del rock. En sus líneas, se aborda el cambio de paradigma en cómo se consume música y cómo esto ha afectado la creación de contenido musical, la variedad estilística y la apreciación del virtuosismo artístico. Aquí hay algunas ideas clave que me surgen al analizarlo:

1. El impacto de la IA y la personalización de la música

El autor argumenta que la creación de IA que ofrece recomendaciones personalizadas a los oyentes —basándose en lo que ya escucharon— ha creado una especie de burbuja musical. Esto ha llevado a que los oyentes se queden atrapados en un ciclo de repetición sin explorar nuevos géneros o estilos. Esto es un fenómeno real y relevante en la forma en que las plataformas de streaming y las aplicaciones de recomendación musical operan hoy en día. En lugar de descubrir música nueva y desafiante, los algoritmos priorizan lo que el oyente ya sabe que le gusta, lo que, en efecto, limita la diversidad sonora.

¿Es esto un problema? En parte, sí. La música se vuelve predecible, y la sorpresa o la disonancia, características que han sido parte esencial de géneros como el rock, pierden terreno. Pero también hay que señalar que la personalización no es intrínsecamente negativa; podría interpretarse como un modo de facilitar el acceso a lo que realmente interesa a cada oyente, aunque sea a expensas de la sorpresa o la "rebeldía" musical.

2. La muerte del virtuosismo

El escrito también toca un tema importante: el virtuosismo en la música. El rock, y otros géneros antes mencionados, han sido definidos por la habilidad técnica de los músicos, el uso creativo de instrumentos y la capacidad para emocionar y sorprender al oyente. El autor sostiene que la IA y la homogeneización de la música popular han extinguido este tipo de expresiones artísticas más profundas y complejas.

¿Es el virtuosismo realmente algo del pasado? Es cierto que la música popular actual, influenciada en gran medida por la tecnología y el uso de herramientas digitales, ha priorizado otros elementos, como las melodías pegajosas o la accesibilidad a través de loops y beats fácilmente replicables. Pero el virtuosismo no ha desaparecido del todo. Hay muchos géneros, como el jazz, el metal progresivo o incluso algunas vertientes del pop, donde el virtuosismo sigue siendo una cualidad valorada. Sin embargo, la forma en que las personas consumen música ha cambiado, y muchos prefieren lo fácil y accesible, lo que da lugar a géneros más simples en su producción.

3. La rebelión y la "música rápida"

El escritor compara el fenómeno de la música rápida con la "comida rápida", sugiriendo que es un producto consumible pero carente de sustancia y profundidad. La música popular moderna, a menudo ligada a la cultura del "streaming", está diseñada para ser fácilmente digerible, sin el desafío que ofrecen géneros como el rock clásico, que requerían más atención, interpretación y, a menudo, una visión del mundo diferente.

El rock fue históricamente un género asociado con la rebeldía, la crítica social y la individualidad. El autor parece ver el advenimiento de la música "rápida" (por ejemplo, géneros como el reggaeton, la música electrónica comercial y ciertos estilos pop) como una forma de conformismo, donde las personas no solo están escuchando lo mismo, sino también siendo alimentadas con lo que ya esperan. En este sentido, la cultura de la música rápida puede estar vinculada a una mayor uniformidad social y una menor capacidad para cuestionar o rebelarse contra lo establecido.

4. La nostalgia y la marginalización del rock

El autor expresa una cierta nostalgia por el rock, afirmando que en el futuro será un género marginal, relegado a una especie de "reserva", con una repetición constante de las mismas bandas y canciones de antaño. Este es un sentimiento común entre aquellos que crecieron con la música de los años 60, 70 y 80, que ven la evolución de la industria musical y se sienten alienados de la música popular actual.

Sin embargo, hay que matizar que, aunque el rock como género masivo ha disminuido, sigue habiendo una vibrante escena de música independiente y emergente, tanto en el rock como en otros géneros. El hecho de que el rock ya no esté en la cúspide de las listas de éxitos no significa que haya desaparecido por completo, y las bandas de rock siguen siendo parte de una comunidad activa de músicos y fanáticos, aunque en una escala más pequeña.

5. Un cambio irreversible o un ciclo?

La última parte del escrito es pesimista, sugiriendo que lo que los ingenieros han hecho con la IA no es reversible y que la música de calidad y la "rebeldía" han sido sofocadas por una maquinaria de consumo. Sin embargo, podría argumentarse que, aunque la situación actual de la música popular está dominada por tendencias comerciales y tecnológicas, los ciclos culturales son impredecibles. Las modas van y vienen, y no es imposible que, en el futuro, haya una "revolución" musical impulsada por la búsqueda de algo más genuino, disruptivo y profundo, como ha sucedido en el pasado con géneros como el punk o el grunge.

Reflexión Final

El escrito presenta un análisis válido de cómo la tecnología, las plataformas de streaming y las corporaciones han transformado la industria musical, a veces en detrimento de la diversidad creativa y el virtuosismo. Sin embargo, también es importante reconocer que, aunque el mercado principal de la música haya cambiado, no significa que la creatividad y la calidad hayan desaparecido por completo. Las nuevas tecnologías y las herramientas de IA pueden ofrecer oportunidades para la innovación musical, aunque ciertamente están modificando el panorama de formas que pueden ser preocupantes para aquellos que valoran la autenticidad y la experimentación musical.
La historia de la música, como cualquier otra disciplina artística, es cíclica, y puede ser que, en un futuro cercano, veamos una nueva ola de música que recupere muchos de los valores que el autor lamenta haber perdido.


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