viernes, 30 de septiembre de 2011

UN CAMBIO SIN VIOLENCIA

Aquel sábado por la noche, en su casa entró en la tercera página electrónica. La noticia de la página decía: “El gobierno inaugura una biblioteca pública en los suburbios de la ciudad.” Para él era una muy buena noticia. Comenzó a enviar peticiones, una tras otra. Lo he logrado, se dijo sonriendo con satisfacción.
 Diez años atrás, en una mañana de sábado invernal,  se disponía a visitar a su padre. Cerró su humilde casa que había comprado con un crédito del gobierno. Desde su popular vecindario, divisó en el horizonte una espesa capa gris sobre la ciudad, una capa que parecía estática como una nave traslúcida, la contaminación ambiental terminaría por destruirlo todo. Prendió su auto, pasó por la avenida de costumbre. Tráfico, polvo, baches, bollas y conductores que parecía que si no llegaban a su destino perderían su vida o la de algún ser querido y que no dudaban en hacerle señas con las luces o pitarle como locos.  Notaba que esa gente parecía vivir en sus propias burbujas y lo demás sólo era un estorbo. Se paró en un semáforo frente a un puesto de revistas, miró la primera plana de uno de los periódicos, decía “Mujer colgada frente a un hospital”. El semáforo cambio a verde, avanzó unas cuadras, dio vuelta y llegó a la casa de su padre, en una calle que parecía haber sufrido un mini bombardeo.  Tocó a la puerta y su padre lo recibió:
-Pasa hijo.
-¿Cómo estás? -   preguntó con seriedad.
- Estoy mejor
Notó que su padre presentaba un tic nervioso en sus manos.
-Siento que hayas perdido tu camioneta por segunda vez – dijo al sentarse en el sofá de una casa con muy pocos muebles, sin decoración.
-Descuida hijo. Benditos seguros. Pronto seré reembolsado, pero no cometeré el error de comprar otra camioneta. Las cosas van de mal en peor. Las noticias no paran de hablar de decapitados, mutilados, colgados, robos, secuestros y balaceras por todo el país.
Escuchaba a su papá como si estuviera alegrándose de su buena suerte al no haber muerto en el incidente
– Esta vez compraré el auto de más bajo perfil en el mercado. Se acabaron los lujos.  Entre menos ostentoso sea uno, mejor. Siento que te hayan tocado para vivir tiempos como estos, hijo.
-Padre – habló con un tono lleno de seriedad  y preguntó -¿Tú crees que si los periódicos no anunciaran ejecuciones o mutilaciones, el crimen organizado seguiría haciendo estas acciones?
-No lo sé hijo, es buena pregunta – su padre se quedó unos segundos abstraído – Las atrocidades que hacen estos grupos son para amedrentar a sus adversarios. Y hoy que el periodismo está a merced de un capitalismo casi descontrolado, se potencian fenómenos así.
-Lo sé –continuó bien inmerso en la plática - los periódicos actuales ya no publican lo que el gobierno les impone como en el pasado. Ahora publican lo que la gente lee más, casos de: decapitados, colgados, secuestrados, balaceras, etc. Los periódicos hasta cuentan ya con secciones especiales para esta guerra inútil. Pero parece ser un negocio para los medios de comunicación. De pronto todos los medios públicos muestran todo tipo de fotos sin censura, fotos que antes formaban sólo parte de los medios sensacionalistas. La información se está volviendo amarrilla y es porque la gente la disfruta.
- Así es hijo –su padre también estaba interesado por la plática- un filósofo francés decía que el hombre es sádico por naturaleza y disfruta viendo las crueldades de sus semejantes. Es una especie de instinto animal.
-Pero, ¿Qué pasaría si todo el mundo ignorara esas notas escandalosas y en cambio leyera algo más constructivo, digamos algo más educativo de manera positiva? – preguntó como tratando de reafirmar una respuesta que ya había encontrado.
-Definitivamente cambiaría el mundo hijo, estoy seguro. Y cambiaría hacia algo mejor.
-Lo sé papá y estoy trabajando para cambiarlo.
Diez años después, en una mañana de invierno salió de su casa para ir a visitar a su papá. Desde su humilde casa que había terminado de pagar unos días atrás, divisó una casi nula nube gris. Tomó su bicicleta por el volante para luego subirse en ella y entrar en la ciclo pista que habían construido por toda la ciudad. Casi no vio autos durante el camino. Los pocos que había eran muy respetuosos del peatón y no parecían tener prisa. La gente que pedaleaba tenía un semblante relajado, sonreían y eran también muy respetuosos ante el peatón. Paró en un semáforo en la esquina donde había un puesto de revistas.  La primera plana de un periódico decía “El congreso vuelve a apostar por la educación y la cultura por décima vez”. El semáforo cambió al verde y avanzó unas cuadras, dio vuelta y la calle que parecía haber sufrido un mini bombardeo estaba plana y acogedora. Entró a la casa de su padre.
-Hijo estoy totalmente sorprendido de cómo han cambiado las cosas – dijo su padre con una cabellera y una barba blanca. En su voz se percibía la alegría. – No pasa ningún año sin que se invierta en hacer más escuelas tanto para jóvenes como para adultos así como bibliotecas y centros culturales. Se invierte en universidades, proyectos tecnológicos y ahora somos un país que exporta tecnología.
-Lo sé papá –dijo como si no le sorprendiera lo que su padre expresaba – y lo mejor de todo es que ya no se respira un ambiente de inseguridad e incertidumbre. Ahora se respira un ambiente lleno de retos y oportunidades.
El mismo día por la noche en su casa, se conectó a Internet, abrió una página electrónica en la cual introdujo su nombre de usuario y su contraseña. Dentro de la página se desplegó en letras en la parte superior  “Unión de Hackers Mexicanos – Por un México mejor”. Había una larga lista de actividades que se les asignaba a cientos de hackers mexicanos y algunos extranjeros que buscaban mejorar a México. Actividades que se distribuían según las diferentes especialidades de cada hacker; todas eran a favor de incrementar la educación y la cultura. Él había elegido, años atrás, un par de esas actividades. Su especialidad era manipular los registros de visitas en las páginas. Incrementaba sus contadores y hacía creer a los periódicos que esos artículos eran populares, entonces después escribían más sobre el tema. Mientras hacía eso recordaba los inicios de la organización que creó y que no tardó mucho en tener más simpatizantes que trabajaban en secreto para cambiar un país sin usar la violencia.






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